El año pasado, la Fiscalía de Seguridad Vial de Salamanca propuso que los conductores mayores de 70 años llevaran una M en el coche para que se los identificara. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, lo rechazó.
Este mes de noviembre, el director general de Tráfico, Pere Navarro, retomó el polémico asunto y aseguró que se revisarán y actualizarán los plazos y las pruebas psicofísicas en la renovación del carné de conducir de las personas de edad avanzada. «Me parece excesivo que una persona de 90 años pueda tener su permiso de conducir durante cinco años sin renovarlo», dijo en la Comisión de Seguridad Vial del Congreso de los Diputados.
La ley dice que hasta los 65 años se renueva el carné de conducir cada 10 años. Llegados a esa edad, el plazo se reduce a la mitad. Pero basta con superar el llamado psicotécnico, un examen que no todos los centros realizan con el rigor necesario y más con personas mayores, cuyas facultades, por una mera cuestión física, se ven mermadas y el deterioro se suele acelerar.
Algunos de los accidentes en los que se ven involucrados conductores de mucha edad lo confirman, ya que se producen por despistes, falta de reacción o fallos en el cálculo a la hora de adelantar, por ejemplo.

UNA MEDIDA QUE NADIE QUIERE TOMAR
El contexto en el que Navarro habló de la regulación del carné a personas mayores era la presentación de la Estrategia de Seguridad Vial 2021-2030, que pretende reducir los accidentes de tráfico en un 50% durante ese periodo.
Los cambios anunciados respecto de los conductores mayores sorprenden, ya que es una de esas cuestiones enquistadas desde hace años, como los permisos, la matriculación o el seguro a las bicicletas. El propio director de Tráfico lo ha reconocido: muchos de los mayores consideran que su libertad depende del coche, y como votan, nadie se ha atrevido a limitar ese derecho. Si acaso, se ha pedido colaboración a familiares y médicos para que les convenzan de que dejen de conducir cuando no reúnen las condiciones.