El objetivo de Bruselas de decir adiós a los vehículos diésel y gasolina en el año 2030 está marcando las decisiones sobre la gestión de la movilidad urbana. Para los vehículos como los camiones o los autobuses, el objetivo es que emitan un 30% menos al salir de la fábrica.
Ante esto, algunas de las ciudades más importantes del país se han adelantado con diferentes estrategias para renovar sus flotas de vehículos públicos.
En Barcelona, la apuesta es el hidrógeno. Hace un par de semanas se puso en marcha en la ciudad condal el primer autobús que se alimenta de hidrógeno, en la línea X1. Es el primero de los 8 fabricados por Caetanobus.
En Madrid, la EMT anunció a principios de enero sus planes de hacerse con 150 buses eléctricos de 12 metros entre 2022 y 2023. El objetivo es que la flota esté compuesta únicamente por vehículos eléctricos, gas o híbridos.
En Valencia, se sigue la misma línea que en la capital, renovar la flota con nuevos autobuses eléctricos, sin embargo todo apunta a que apostarán también por el gas metano y el hidrógeno para mejorar la sostenibilidad. En la ciudad de Sevilla, aportarán a este rejuvenecimiento del transporte público el “tranvibús”, un autocar eléctrico que circulará por un carril con prioridad para vehículos de cero emisiones.