Aunque hace algo más de 22 años que el último Citroën 2CV salía de la cadena de montaje de Mangualde, en Portugal, este simpático automóvil sigue siendo un vehículo de culto para miles de aficionados y apasionados. Hasta finales de julio de 1990, se habían vendido en todo el mundo 5,1 millones de unidades (incluyendo los derivados).
El lanzamiento original tuvo lugar en el Salón de París de 1948, aunque su desarrollo se inició 10 años antes. En su presentación, el coche sorprendió por su diseño original, su versatilidad y su planteamiento muy económico. También supo distinguirse por sus innovaciones muy avanzadas para la época, como la tracción delantera, su blanda suspensión y el motor de 2 cilindros refrigerado por aire. Convertido rápidamente en un coche popular y de elevada demanda, fue parte integrante de la sociedad y hoy es reconocido como un icono de la historia del automóvil.
El prototipo TPV «Toute Petite Voiture
A mitad de la década de 1930, Citroën inició el desarrollo de un coche económico en su compra y mantenimiento. Debía tener pequeñas dimensiones, capaz de circular por cualquier tipo de terreno y de transportar cualquier tipo de objetos. Resumidas, estas fueron las indicaciones que recibió André Lefèbvre, entonces responsable técnico de Citroën: “Pide a tu equipo que estudie un coche que pueda transportar a dos agricultores calzados con zuecos, 50 kg de patatas y un tonel de vino a una velocidad máxima de 60 km/h con un consumo de 3 litros cada 100 km”.
El «Toute Petite Voiture» («coche muy pequeño») era un automóvil para todos, tanto en la ciudad como en el medio rural. El proyecto estaba listo en 1939 y debía presentarse ese mismo año, pero a causa del inicio de la Segunda Guerra mundial, el Salón de París debió suspenderse y de los 250 prototipos ya construidos, solo sobrevivieron algunos que fueron escondidos. Terminada la guerra, Citroën volvió a trabajar en el proyecto y confió a Flaminio Bertoni la estética del que acabaría siendo el Citroën 2CV, un modelo completamente repensado con respecto del TPV.
El Citroën 2CV ofrecía espacio y era un coche sin pretensiones, simpático y económico, que conquistó rápidamente al público convirtiéndose en la expresión de una nueva filosofía de transporte individual y en un símbolo de libertad y de alegría de vivir. A causa de la escasez de materias primas, Citroën solo pudo garantizar inicialmente una producción limitada lo que generó unas listas de espera de hasta 6 años. El precio de compra era muy bajo, igual que el mantenimiento, gracias a la simplicidad de su tecnología. Además, consumía muy poco y necesitaba muy pocas revisiones.
Capacidad fuera del asfalto
La carrocería en acero de cuatro puertas no se pensó para ser autoportante y como la mayor parte de los componentes se atornillaba al chasis. En lugar de un techo fijo de acero el vehículo estaba dotado de un techo descapotable en algodón impermeable para que fuera más ligero y se incrementara así el bienestar a bordo con la posibilidad de descapotarlo. El comportamiento dinámico se caracterizaba por una notable capacidad de moverse incluso fuera del asfalto y por una muy característica inclinación de la carrocería al tomar las curvas.
Debido a su bajo peso, a la estructura bóxer del motor y a la posición baja del depósito de combustible, el centro de gravedad del vehículo era muy bajo lo que hacía casi imposible que volcara. Inicialmente todos los vehículos recibieron frenos de tambor en ambos ejes y solo a partir de 1981 se montaron frenos de disco en el eje delantero.
Motorizaciones
El nuevo motor bóxer de 2 cilindros refrigerado por aire tenía una cilindrada inicial de 375 c.c., desarrollaba 9 CV y estaba dotado de serie de un cambio de cuatro velocidades. Con posterioridad se realizaron numerosas evoluciones. El motor de 602 c.c. incorporado en 1970 desarrollaba inicialmente 28 CV y era posible poner el motor en marcha utilizando la manivela empleada habitualmente para el cambio de las ruedas del coche.
La primera versión del Citroën 2CV con 9 CV alcanzaba una velocidad máxima de cerca de 70 km/h. Los últimos modelos, con 29 CV, llegaban a los 113 km/h.
El 2CV Furgoneta
En la primavera de 1951 se lanzó esta variante que, a partir del montante central, disponía de un gran espacio de formas muy regulares. Ofreció una gran facilidad de carga mediante las dos puertas batientes de la parte trasera. Fue utilizada por numerosos servicios públicos en toda Europa, España incluida.
Las series especiales
A partir de 1976 se lanzaron numerosas series especiales de las que la primera fue la SPOT, desarrollada sobre la base del 2CV Club, con la carrocería en color Naranja Teneré. El 2CV SPOT disponía del motor de 435 c.c. excepto para Suiza, donde montaba el de 602 c.c. Se vendieron de manera tan rápida que muy pronto se pensó en el desarrollo de nuevas series especiales.
En 1981 se lanzó el Charleston (que debería de haberse llamado Tréfle, como el pequeño 5HP Citroën de la década de 1920) y que era un homenaje a los “años locos” en estilo retro y combinando el color amarillo con el negro o el burdeos con el negro (más tarde llegaría una sofisticada versión en dos tonos de gris), en 1983 se lanzó el France3 (que en Italia se llamó Transat), en 1985 el Dolly, en 1986 el Cocoricò e incluso una versión que equipaba un frigorífico desarrollada en colaboración con una marca de agua mineral: el 2CV Spécial Perrier (1988).
De todas estas series la que tuvo, sin duda, más éxito fue el Charleston que mantuvo elevadas las ventas del 2CV permitiendo prolongar la vida del vehículo hasta 1990, cuando una nueva normativa europea obligó a decretar el fin de su producción.