Los hemos visto volar, desintegrarse a toda velocidad, perseguir delincuentes en carreras de obstáculos e integrar los más disparatados artilugios y avanzada tecnología. Los coches han sido una parte importante de numerosos relatos cinematográficos, pero también se han convertido en escenarios para las conquistas más desenfrenadas. Este domingo, con motivo de San Valentín, desde niw.es hacemos un repaso por los vehículos que han hecho historia en la gran pantalla enamorando a personajes y cinéfilos empedernidos.

Grease – Un vehículo con canción propia

Es uno de los musicales románticos que han enamorado a miles de seguidores en todo el mundo a través de la historia de Danny y Sandy. Ambientada en los años 50, la película constituye un amplio escaparate de coches míticos como el Dodge Wayfarer Roadster del 49, donde los protagonistas disfrutan de una película en el autocine. También desfilan por sus fotogramas el Buick Special de 1956, el Cadillac Series 62 de 1953 o el Chevrolet Blair del 56, entre otros vehículos emblemáticos. Sin duda alguna, uno de los más destacados es el Ford Deluxe 1948, el protagonista de la escena final del filme. Pero, si hay otra característica singular de la relación de la película con el motor, es que incluso dedican una canción a un coche, su archiconocida “Grease Lighting”, que ha puesto a bailar a mucho entusiasta en más de una fiesta.

Regreso al futuro – ¿Un coche o una máquina del tiempo?

Los amantes del cine de los 80 han quedado prendados por el carácter futurista que desprendía este automóvil en la cinta dirigida por Robert Zemeckis. Se trata del DeLorean DMC 12, un vehículo que el disparatado científico Doc consiguió convertir un una auténtica máquina del tiempo. A bordo de este invento, el adolescente Marty McFly debe dar un salto de 1980 a 1955 para asegurarse de que sus padres se enamoran, topándose con más de un inconveniente por el camino. Con sus particulares alas de gaviota, este automóvil se ha convertido en todo un icono del cine gracias a la trilogía de ciencia ficción.

Titanic – Sobre el mar… intimidad

Algunos pensaréis que nos hemos vuelto locos, que esta historia no tiene nada que ver con la automoción, ya que el medio de transporte principal que recrea esta aventura es un transatlántico con trágico desenlace. Pero lo cierto es que una de las escenas más tórridas del filme surgieron a bordo de un vehículo, donde Jack y Rose dan rienda a su pasión. Este momento íntimo tiene lugar en un Renault 35CV de 1912, ubicado en las bodegas de la embarcación. Sin duda, la escena en la que una mano irrumpe en el cristal del vehículo se ha grabado con fuerza en la mente de los amantes del cine. Tan icónica fue esta imagen, que 20 años más tarde, su director, James Cameron, a modo de homenaje, sorprendió a los seguidores de la cinta con una fotografía en la que todavía podía apreciarse la “huella” de una mano incluida en el cristal.

Pretty Woman – Un arranque y final motorizados

Sigue siendo una de las películas más vistas en cada emisión televisiva. Y es que la sorprendente historia de amor de Edward Lewis y Vivian Ward rompe barreras con la fusión de dos mundos dispares: el de un afamado hombre de negocios y el de una prostituta. En esta narrativa, el coche Lotus Esprit SE Type 85 es uno de los escenarios principales del arranque del filme, en el que protagonista solicita los servicios de personaje interpetrado por Julia Roberts. Y si la película comienza sobre ruedas, hace lo propio al final. La historia concluye a bordo de una limusina, en la que Richard Gere, en su papel de galán, declara su amor a la protagonista.